Sobre mí

Mi pasión por la naturaleza me viene desde mi más temprana infancia. Aunque nací en una gran urbe como Madrid mis primeras correrías y acercamientos al mundo natural tuvieron lugar en un gran descampado que tenía enfrente de casa y en el que pasaba largas horas con mis amigos. Allí identifiqué mis primeras aves y  demás “bichos” como lagartijas y escarabajos. Fue en mi adolescencia cuando mi curiosidad por la naturaleza y, en concreto por la fauna silvestre, se acrecentó. Me compré mi primera guía de aves e hice mis primeros pinitos como ornitólogo aficionado.

Pero esta afición se convirtió en pasión de la mano del maestro Félix Rodríguez de la Fuente. Recuerdo con especial cariño cómo volvía corriendo del colegio por la tarde para poder escuchar en la radio el programa de radio “La aventura de la vida”. Me quedaba embelesado escuchando al gran Félix cuando nos hablaba, con su inigualable oratoria, de nuestros espacios naturales, de las joyas faunísticas que albergan y  de la relación entre los seres vivos y el medio que les rodea.  Por supuesto la emisión en televisión de la serie “El hombre y la Tierra” me transportó a un mundo natural en el que los protagonistas eran animales fascinantes, muchos de los cuales no había visto en mi vida. Por primera vez escuché la palabra “ecología” y fui consciente de la  fragilidad de nuestros ecosistemas. El virus de la  “pasión por la naturaleza” me había sido inoculado.

Si algo tenía claro es que yo quería dedicarme de mayor a descubrir el fabuloso mundo de los animales salvajes. Bueno, supongo que esos inicios en el mundo de la naturaleza serán comunes a otros muchos chicos de mi generación, pues está claro que “el maestro” nos influyó mucho a muchos embriones de naturalistas. Los caminos de la vida me llevaron por otros derroteros profesionales, aunque nunca abandoné mi pasión por el mundo natural, colaborando en mi tiempo libre con el incipiente movimiento ecologista de finales de los setenta y principios de los ochenta. También empecé a interesarme por la fotografía de naturaleza, aunque con escaso éxito debido a lo limitado del equipo del que disponía.

Posteriormente hubo un período en el que hice algunas incursiones profesionales en fotografía, vendiendo imágenes para diferentes revistas y diarios. Era el tiempo de la fotografía analógica, las diapositivas, las mesas de luz, las pruebas de color y la tirada de carretes enteros a la papelera en busca de la fotografía perfecta.

La llegada de la fotografía digital supuso para mí un aliciente y un motivo para retomar una afición que tenía un poco abandonada. Así empecé a hacerme con un nuevo equipo fotográfico y a conseguir algunas satisfacciones en forma de premios y menciones en algunos concursos como el de la CAM, Planeta, FIO y Fotoaves.

Ahora, afortunadamente estoy atravesando una nueva etapa de mi vida en la que puedo dedicar más tiempo a la fotografía de nuestro tan maltratado medio natural. Muchos años después, pero con la misma ilusión y ganas que las de aquel chaval que se quedaba absorto con los programas de Félix.